“Una de las debilidades que tenemos con los diferentes abordajes es la post alta, o cuando un paciente abandona su tratamiento en los diferentes establecimientos”, reconoció Walter Sigler, director de Salud Mental y Adicciones del Sistema Provincial de Salud (Siprosa). El diálogo con diversos adictos que están en proceso de recuperación confirma sus declaraciones: lo más difícil para las personas que quieren dejar las drogas es evitar las sustancias cuando regresan a su entorno cotidiano. En ese ámbito, la tarea del Estado aún tiene un largo camino por recorrer.
El testimonio de quienes sufren la drogadicción demuestra la gravedad de la problemática. Pablo Pérez, quien logró abandonar el consumo, habló de la situación que lo llevó a probar las drogas. “Salía a la calle en busca de trabajo o de poder estudiar y he conocido lo que era la droga y distintos tipos de sustancias... Me he enganchado y he botado todo”, afirmó. Otra de las personas que lucha por recuperarse en la zona de la Costanera es J.P. -prefirió no revelar su nombre por cuestiones de seguridad-. “Cuando empecé con el paco consumía 10 o 12 dosis, hasta que llegué a consumir 100 o 120 papeles (por día)”, recordó. “Acá es muy difícil esquivarlo, acá todos consumen. Vos salís a la vereda y está consumiendo uno u otro y bueno... La tentación te lleva y de cualquier manera lo encontrás”, relató.
En los barrios
“No es el problema, solamente, que el chico consuma la sustancia. El problema es por qué consume la sustancia, qué es lo que está llevando a que consuma”, planteó Emilio Mustafá, psicólogo que trabaja en el Ministerio de Desarrollo Social. El Programa de Abordaje Comunitario de las Adicciones que conduce opera en diversos barrios: Los Vázquez, El Sifón, La Costanera, Santa Inés, entre ellos. Su tarea consiste en establecer contacto con quienes consumen drogas y lograr que den inicio al tratamiento que necesitan. “Creo que el sistema social nuestro tiene que sentarse a debatir y resolver los problemas de fondo. Si no, se estigmatiza, se simplifica diciendo que el adicto se droga porque quiere o simplemente se dice ‘se droga porque no tiene voluntad’”, consideró Mustafá.
Este programa también trabaja en la contención y en el acompañamiento de los adictos en proceso de recuperación que han regresado a su hogar tras haber sido internados en un establecimiento.
Sin embargo, esta iniciativa (que depende de la Secretaría de Adicciones) está funcionando con un personal extremadamente reducido.
Actualmente, son sólo cuatro los profesionales contratados que atienden a más de 55 jóvenes en proceso de recuperación. A los restantes miembros del equipo de trabajo se les vencieron los contratos y todavía no fueron renovados, aunque muchos de ellos siguen acudiendo a los barrios para no perder el contacto con los jóvenes.
El Siprosa también procura hacerse presente en las zonas más afectadas por esta problemática. Sigler afirmó que hay equipos territoriales trabajando en 11 y que el 80% comenzó a operar a lo largo del último año. Agregó que una de las principales dificultades en materia de drogadicción es la falta de acompañamiento una vez que se logró reducir o abandonar el consumo. “Muchas veces el paciente se retira (de un establecimiento de rehabilitación) por cuenta propia o sin autorización de los profesionales y no hay un seguimiento posterior”, explicó. “Eso es algo que a nosotros nos preocupa y por eso se van a formar operadores terapéuticos a nivel comunitario para seguirlos y orientarlos”, prometió.
En los establecimientos
La Dirección de Salud Mental de la Provincia coordina las actividades de cuatro establecimientos en los cuales se reciben adictos para trabajar en su recuperación. El Hospital Juan M. Obarrio y el Hospital Psiquiátrico Nuestra Señora del Carmen atienden a pacientes que necesitan hacer un proceso de desintoxicación; en el Hospital Avellaneda se realizan tratamientos ambulatorios y el centro de rehabilitación Las Moritas ofrece la posibilidad de pasar meses de internación con acompañamiento médico y trabajando en diversos talleres. “Los equipos territoriales tienen su lugar físico en el CAPS. Si ellos encuentran a un chico en una determinada situación lo derivan a la institución que corresponde”, explicó Lucía Biazzo, directora de Las Moritas.
El Estado no es el único que trabaja para combatir las adicciones. En Tucumán operan diversas organizaciones que luchan contra esta problemática. Algunas de ellas son “Inti Huasi” y “Fundación Volver”.
Otra entidad dedicada a ayudar a los jóvenes que necesitan abandonar el consumo de sustancias es la “Fundación Virgen de la Merced”, que conduce la Fazenda de Tucumán en el Cadillal. “Sí o sí primero tienen que venir como voluntarios. El ingreso es así. Pero cuando la voluntad es ‘sí’, esto camina. Es un placer y una paz”, dijo Matías Ruiz, quien trabaja como voluntario en el establecimiento. Explicó que la espiritualidad es un componente fundamental del tratamiento en la Fazenda, el cual se trabaja a través de charlas y talleres. Además, a diario se realizan actividades educativas y recreativas, tales como el cuidado de una huerta y la práctica de deportes.
>El CEPLA de la costanera
Su construcción se detuvo en 2015 y desde entonces la estructura fue saqueada
El Centro de Prevención de las Adicciones se comenzó en julio de 2015 y se paralizó en diciembre de ese año. La obra, presupuestada en $ 12,5 millones, alcanzó un avance del 43%, pero cuando se la abandonó fue saqueada por vendedores de droga. Es uno de los 210 centros anunciados en 2014 por la ex presidenta Cristina Fernández como parte del programa Recuperar Inclusión. Del total de centros anunciados, se proyectaron 91 y se inauguraron 11, según informó la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas.